ODISEA SAFARI 2009 En esta ocasión quiero compartir algo muy especial con todos ustedes. Durante mis muy merecidas vacaciones tuve la oportunidad de cumplir con una de mis metas de la mejor manera posible. Pero antes de pasar a platicarles esta gran aventura, una breve historia, previa a empezar. A finales de 1978, mi padre tuvo la necesidad de comprar una carro con placas nacionales (para los amigos que no son de México, han de saber que existen carros de procedencia nacional - fabricados o importados debidamente-, matriculados con placas nacionales; así como autos de procedencia extranjera - semi importados para la zona fronteriza norte-, matriculados con placas fronterizas.) debido a las dificultades legales para internar carros fronterizos al centro del país. Y es que cada año solíamos viajar a visitar a la familia que vive en el sur de Jalisco. Así mi padre se hizo de un carro que compro en Colima, nada más y nada menos que este VW Safari modelo 1974.
En la foto, mi madre Lola†, con mi hermana mayor Celia, mi abuela (también) Celia † con mi hermana Marcela en brazos y mi abuelo Juan† en alguna parte del desierto de Sonora cuando llevaban el Safari rumbo a Mexicali. Fecha 27 de diciembre de 1978. Llegado a Mexicali, inmediatamente fue usado en los terrenos desérticos de la región. En esta foto mi abuela Celia†, mi padre Javier con mi hermana mayor, Mi madre† con mi hermana y mi abuelo Juan† en las inmediaciones del aeropuerto (lo que hoy es la colonia Villa Zapata). Fecha 24 de diciembre de 1978. Nota: para esta fecha su servidor ni siquiera estaba en planes. Por 3 años (79, 80 y 81) viajamos en ese carro, no solo con los parientes de Jalisco, sino a otros puntos cerca de Mexicali.
21 de julio de 1979. La Escondida, Colima. A 15 km de Cihuatlán, Jalisco y a 30 km de Manzanillo, Colima, se encuentra este mágico lugar donde por varios años vivieron mis familiares. Al día de hoy aun se encuentra este lugar, aunque ya no pertenece a mi familia y está abandonado desde hace tiempo.
Agosto de 1979. En algún lugar del desierto de Sonora ya de regreso. Mis hermanas y yo en proceso de fabricación y mi madre†
Esto hasta 1982, cuando tras la crisis de ese año mi padre tuvo la oportunidad de comprarse su primer carro 100% nuevo de agencia, un Datsun 1800 doble cabina (que por cierto aun conservamos).
Después de tenerlo por 3 años, mi padre le paso el Safari a mi Abuelo Juan (†), quien lo tuvo de 1982 a 1993, año en que fue vendido, ya en muy mal estado, a un señor de Manzanillo Colima y jamás se volvió a saber de él. Aunque hay la creencia de que este mítico carro aun existe y que está más cerca de lo que pensábamos, pues se piensa que está de nuevo en Cihuatlán, en una casa del mismo barrio donde mi familia vive actualmente. Muy gratos recuerdos tengo de ese Safari; recuerdos muy vagos de mi mismo dentro de el, en mi casa... o en el ranchito La Escondida escuchando el cassette de Burbujas. Recordar es vivir, no cabe duda. Más recientemente la nostalgia y los buenos recuerdos (pues prácticamente viaje en carro por primera vez en un Safari) me hicieron fijarme una meta, comprarme un Safari para mi, ahora que soy adulto y con algo de ingresos (soy pobre, pero se darme mis gustos). Por lo que me di a la tarea de buscar un Safari, para encontrarme con que estos carros, en Mexicali, son sumamente escasos y quien tiene uno no lo suelta, y los que los 2 únicos que he encontrado a la venta estaban muy caros. Pensé entonces que en el centro y sur del país encontraría alguno; el año pasado tuve la oportunidad de estar en Quintana Roo, donde encontré varios en venta, el problema era la lejanía y como traerlo a Mexicali en BC. Pensé entonces en el DF, pero ahí no conozco a nadie de confianza y la lejanía seguía siendo un problema. La inquietud de comprarme un Safari llego a oídos de mi familia en Jalisco. Y en un viaje de mi padre y mi madre a Cihuatlán, a principios de este año 2009, se dio la oportunidad de oro para comprar un Safari. En Colima capital, el dueño de una refaccionaria de VWs, conocida y muy recurrida por mis tíos en Cihuatlán, vendía su Safari. Mi padre fue a verlo y evaluarlo y tras consultarlo con mis tíos Benjamín y Jaime, conocedores (mas no expertos ni fanáticos) de la marca y con experiencias en vochitos, combis y el mismo safari visto en las fotos anteriores, me echo el pitazo vía telefónica del hallazgo. Las palabras de mi padre, tras narrarme a detalle lo que había encontrado, fueron textualmente "que onda, ¿le entras?" a lo que mi respuesta sin dudarlo fue SI (tenia las ganas, la decisión y el dinero; y ya había perdido varias oportunidades). Y he aquí la compra:
Debido a mis obligaciones de trabajo me era imposible ir de inmediato por el carro. Por lo que mis tías y tíos aceptaron amablemente guardarlo en un rincón de la casa en Cihuatlán en lo que a mi me daban vacaciones. No fue sino hasta septiembre, que mis vacaciones fueron programadas, que iniciamos esto que hemos titulado: ODISEA SAFARI 2009 Y por que le llamamos odisea, porque fue toda una gran aventura que tuve la oportunidad de vivir al lado de mi padre. Ir desde Mexicali hasta donde mis parientes en Cihuatlán, Jalisco y acondicionar el Safari para un largo viaje de poco mas de 2000 km. Se que hay gente que ha recorrido mas a pie, en globo o dando la vuelta al mundo en favor de los niños o de la lucha contra el SIDA o algún otra noble causa. Nuestro viaje queda opacado ante los logros de los demás. Pero para mi padre, como para mi, este viaje significo mucho mas que ir por un simple carro. Es por eso que vale la pena compartirlo con todos ustedes. Primero algo de información geográfica. Mexicali es la capital del estado de Baja California, en la frontera norte de México. Cihuatlán es la cabecera del municipio del mismo nombre en el estado de Jalisco, es la ultima población del estado que colinda con Colima. En este mapa podemos ubicar ambas poblaciones. Mas que nada para aquellos amigos que no viven en México, o para aquellos amigos paisanos que no recuerdan sus clases de geografía de la escuela. Con este mapa también pueden darse una idea del viaje del que estamos hablando. Todo comenzó en Marzo de 2009. Por esas fechas mis padres fueron a visitar a la familia en Cihuatlán, Jalisco. Para ese entonces ya había buscado y visto varios Safaris en Quintana Roo y en el Estado de México pero estaban caros, en mal estado o simplemente no estaban en venta. También había visto Safaris por Internet, pero con la inseguridad de no saber que se compra. Así que le pedí a mi padre que si veía un Safari en Cihuatlán, en venta, lo checara. Esto porque en llamadas telefónicas con mis tíos en Cihuatlán comentaron que había varios Safaris, algunos en venta. Ya estando ahí, mis tíos le dijeron a mi padre que en Colima (capital) estaba un Safari en venta en una refaccionaria, al que fueron a ver. A primer vistazo, y en base a opiniones del dueño de la refaccionaria, de mis tíos y de mi padre, determinaron que el carro valía la pena, estando en buen estado físico y mecánico. Entonces mi padre me llamo (yo estaba trabajando en Quintana Roo en ese momento) y me dijo que había encontrado un Safari bueno y no tan caro. Que estaba en buenas condiciones mecánicas y legales y que el dueño era de relativa confianza. El precio $28,000 MN. La pregunta de mi padre fue “¿Le entras?” La respuesta de mi parte sin titubear fue “Si”. El pago de manera inicial seria amortiguado por mis padres, así como todos los trámites legales. Tras una última valoración por parte de mi padre y de mis tíos Benjamín y Jaime la adquisición se concreto. Al día siguiente mi padre me hablo para decirme que ya había comprado el Safari y que ya lo habían trasladado de Colima a Cihuatlán (110 km) sin contratiempos mayores (solo la pérdida de un poco de aceite porque estaba sobrepasado y el extravió de una copa).
El primer arreglo al Safari fue ponerle un Semitecho. Y es que al no contar con un techo ni ventanas (solo el parabrisas), los viajes, aun cortos, se hacían incómodos. Así fue como mi padre, con ayuda de mi tío Benja (que tiene maquina de soldar), hicieron una estructura de tubos y con un triplay un medio techo. Por otro lado, en el aspecto legal, el primer paso para el cambio de propietario fue la Baja en el estado de Colima, para proceder con la Alta en Jalisco. Se decidió darlo de alta en Jalisco para que el carro tuviera placas a la hora de transportarlo e, incluso, para poder usarlo. Sin embargo para darlo de alta en Jalisco primero debía ser verificado en Autlán de Navarro (a 130 km aprox. Rumbo a Guadalajara por la carretera federal 80). Pero ya con techo ir hasta Autlán no fue problema. Ya de paso el Safari comprobó su buen estado mecánico yendo ida y vuelta de Cihuatlán a Autlán (un camino sinuoso y montañoso). Tras las típicas trabas burocráticas mi padre logro verificar el Safari y sus documentos. De vuelta en Cihuatlán mi padre logro al fin dar de Alta el Safari en Jalisco a su nombre y sacarle las placas. Sin embargo la tarjeta de circulación no estaría hasta después de 3 semanas y mis padres no podían esperar tanto pues debían seguir su viaje a Michoacán.
Y así fue como mis padres siguieron su viaje, dejando encargado el Safari a la familia, el cual se quedo en un rinconcito del taller en la panadería de la Familia. Al volver a casa, tras contarme a detalle las vivencias y líos del Safari, inmediatamente nos pusimos aplanear el traslado desde Cihuatlán hasta Mexicali: Como y Cuando. Cuando, durante mis vacaciones que, por conveniencia del clima serian en Septiembre (eso si el cómo fuera por carretera). Del como hubo tres posibilidades: por transporte (por madrina), por flete (camión de carga) o por carretera (conduciendo). Pero por transporte era muy caro, por flete era caro e inseguro. Por carretera también seria caro, pero valdría la pena. De pagar para que trajeran el Safari con la incertidumbre de si llegaría a conducirlo hasta Mexicali (con la misma incertidumbre) y considerarlo una aventura y distracción en vacaciones… teníamos varios meses para pensarlo. A pesar de que, desafortunadamente para todos nosotros, mi madre volvió a enfermar, mi abuela decayó en su salud, mi padre con cada día más problemas y yo con mucho trabajo muy pesado, nada de esto impidió que llegaran mis vacaciones en septiembre de 2009. Y he aquí donde comienza la Odisea Safari 2009. La mañana del 17 de septiembre partimos mi padre y yo en un avión de Volaris rumbo a Guadalajara. En 2 horas y media estábamos en la Perla Tapatía, donde nos dirigimos a la central de autobuses a esperar un camión que fuera a Melaque. Abordamos un Primera Plus que por la noche fue llegando a Cihuatlán donde ya nos esperaban mi tío Jaime y mi tía Coco. Al llegar a casa de mis tías, tras un cálido recibimiento después de varios años de no verlos (en mi caso particular), cenamos de manera ligera y nos fuimos a descansar.
17 de Septiembre de 2009. Saliendo del Aeropuerto Guadalajara
17 de Septiembre de 2009. Rumbo a central de autobuses. 17 de Septiembre de 2009. Carretera Guadalajara-Colima, en los puentes.
17 de Septiembre de 2009. Entrando a Manzanillo (una mala foto, lo se) A la mañana siguiente mientras desayunábamos mi tío Benjas me pregunto que si ya había visto mi Safari a lo que respondí que aun no. Entonces dijo “Vamos de una vez”. Tío Benjas, Tío Jaime, mi padre y yo fuimos al taller donde encontramos el Safari tapado con una vieja colcha y con una fina capa de polvo tras 6 meses de estar guardado. Lo prendí (he de decir que prendió al “llavazo”) y después lo sacamos por primera vez, mi padre le dio una vuelta e inmediatamente nos pusimos a trabajar en el.
18 de Septiembre de 2009. Mi padre, Tío Benja y Tío Jaime con el Safari tras 6 meses de estar guardado.
18 de Septiembre de 2009. Sacándo el Safari por primera vez en 6 meses. La idea era no solo prepararlo mecánicamente sino acondicionarlo para el largo viaje de regreso. De Mexicali mi padre llevo una lona y plástico para hacer un provisional completo. Ya en Cihuatlán se fabricaría la continuación del techo que previamente mi padre había instalado en marzo. Así que conseguimos unos tubos steel. Con la ayuda de tío Benjas se soldó la estructura fijándose a la ya preexistente y al carro mediante tornillos y alambres. Una vez terminada toda la estructura se forro el techo con lona.
18 de Septiembre de 2009. Construyendo la estructura de tubos para el techo.
18 de Septiembre de 2009. Estructura terminada. Procedimos a poner los lados y la ventana trasera, cosiendo el plástico a la lona; para ello tuvimos el apoyo de tía Mela. Después de varios días de trabajo tuvimos el toldo terminado.
19 de Septiembre de 2009. Mi padre y Tía Mela cosiendo la lona del toldo.
19 de Septiembre de 2009. Toldo terminado (sin ventanas). Aunque el principal motivo del viaje fue ir por el Safari, la convivencia con la familia fue lo mejor. El sábado llego y además de saludar al resto de la familia disfrutamos de montalayo y carnitas estilo Michoacán. A la mañana siguiente desayunamos birria de chivo estilo Cihuatlán. Un estilo muy particular pero ampliamente conocido en Jalisco, Colima y el sur de Nayarit; y mis tíos Jaime y Carolina preparan y venden este rico platillo. Una observación, solo el primer día tuve dolor de cabeza y problemas de gastritis. El resto de mis vacaciones no tuve ningún problema, hasta recupere mis sueños; lo que demuestra que la pase excelente.
20 de Septiembre de 2009. La Birria estilo Cihuatlán de mis tíos Jaime y Carolina. Al iniciar la semana seguimos con los preparativos del Safari haciendo las ventanas. Costo 2 días hacerlas a pesar de su sencillez. Al mismo tiempo mis tíos fueron a Colima donde, aprovechando el viaje, compraron una bomba de aceite nueva. Mientras mi padre terminaba la otra ventana, yo ayudaba a mi tío Jaime a instalar la nueva bomba. Al terminar las dos ventanas delanteras vimos que era mucho trabajo, así que decidimos que las ventanas traseras serian tipo cortina de momento. Sin darnos cuenta el carro estaba listo al fin: techo, ventanas y mecánicamente todo se veía en perfecto orden.
21 de Septiembre de 2009. Haciendo los marcos para las ventanas. 22 de Septiembre de 2009. Cambiando la bomba de aceite y revision mecanica.
23 de Septiembre de 2009. El Safari listo. El momento de regresar se acercaba, pero antes no desaprovechamos la oportunidad de ir a Colima capital a saludar a mis primas y sobrinos, así como para comprar algunas refacciones y conocer en persona al antiguo dueño del Safari. De regreso pasamos por La Escondida, el viejo ranchito de mi abuelo. Hoy esta deshabitado. 24 de Septiembre de 2009. Frente a La Escondida cuyo terreno iba desde este poste...
Finalmente fuimos invitados por mi tío Lalo y tía Pilar a una camaroniza en su casa en el centro de Cihuatlán ahí frente a la plaza. Así que fuimos a probar el Safari a la carretera, de ahí pasamos al mercado a comprar algunas cosas para el viaje y llegamos a la camaroniza. De postre un rico dulce de frijoles (si, suena raro pero es un dulce a base de leche que lleva frijoles como base) receta familiar de tía Pilar.
Llego finalmente el día de decir adiós. Con nuestras maletas hechas, el Safari listo y cargados de una dotación de churritos y tortillas de harina, el sábado 26 de septiembre a las 7:00 am iniciamos el viaje de regreso despidiéndonos de la familia, con su bendición y sus buenos deseos de suerte y cuidado nos enfilamos hacia la carretera. Primero llegamos nuevamente al mercado a comprar algunas últimas cosas y a la refaccionaria por algunas piezas de repuesto. Y al último llegamos a la carretera donde iniciamos el registro de bitácora. A los 27793 km del odómetro siendo las 8:15 am comenzamos la Odisea. Solo 20 km más adelante mi padre me cedió el volante, a la altura de Melaque, llegamos a la desviación de la carretera 80 (que va a Autlán y Guadalajara) y subimos por la 200 (que llega hasta Tepic) hacia Puerto Vallarta. Puedo adelantarles que nuestro viaje fue exitoso, pero no estuvo exento de problemas y contratiempos. Todo iba bien hasta aproximadamente 30 km de Cihuatlán; en la subida a la Manzanilla nuestro Safari comenzó a experimentar problemas de aceleración. Pasando ya al municipio de La Huerta, las fallas se hicieron más evidentes a la entrada de Los Ángeles Locos (un hotel). Hasta ese entonces atribuíamos a la temperatura. Llegamos a desayunas al poblado de Agua Caliente, para ese entonces habíamos perdido un cilindro del motor. Tras desayunar y dejar que el motor se enfriara un poco revisamos la maquina notando que uno de los cables de bujía se había quemado. Buscamos una refaccionaria donde nos vendieron unos cables de otro modelo de carro pero que nos ayudaron a avanzar más adelante. Ahí notamos también que el motor al calentarse batallaba para encender.
Con fallas severas (1 cilindro menos) y una velocidad máxima de 60 km/h llagamos hasta la desviación a Tomatlán donde paramos a reajustar los cables y a comer otra tanda de tacos que nos había preparado Tía Mela como lonche. También cargamos gasolina aunque el indicador marcaba medio tanque. De ahí avanzamos a El Tuito (ya en municipio de Cabo Corrientes) último poblado antes de bajar a Puerto Vallarta. Ahí pudimos encontrar cables para VW, aunque para motor de inyección, pero que mejoraron considerablemente el desempeño del motor. Al fin llegamos a Vallarta donde cargamos gasolina y compramos algunas bebidas. De ahí mi padre condujo hasta Bucerias, ya en la Riviera de Nayarit, donde comimos el resto de nuestro lonche.
De Bucerias subimos hacia Tepic. Habíamos pasado el punto sin retorno, volver a Cihuatlán ya no era opción. Todo transcurría normal hasta que mi padre se canso y al orillarse para pasarme el volante el motor repentinamente se apago. Se atribuyo la falla a que mi padre tardo en sacar la velocidad al frenar y esto había apagado el motor. Con batalla este volvió a encender y seguimos adelante. 15 km más adelante en La Peñita de Jaltemba (municipio de Compostela) al llegar a un semáforo el motor volvió a apagarse y ya no prendió. Nos orillamos al la lateral empujando el carro, revisamos el motor y notamos que uno de los cables de bujía se había zafado. Al conectarlo el motor volvió a encender pero solo avanzamos unos cuantos metros y volvió a apagarse. Volvimos a revisar el motor pero no se veía nada malo. Un poco desilusionado mi padre fue a buscar un mecánico mientras yo cuidaba el Safari y las cosas. La idea de que había sido un error regresarnos hasta Mexicali conduciendo y que la aventura terminaría antes de lo esperado rondaba mi cabeza; pero pensé positivamente y acepte que la situación solo era un contratiempo esperado (porque siempre tuve la idea que algo así pasaría) y que saldríamos avante. Poco después regreso mi padre con un mecánico que solo traía en sus manos un desarmador, unas pinzas mecánicas y una bobina. Y después de hacer una sencillas pruebas de chispazo el mecánico se dio cuenta que el cable de la bobina estaba suelto. Una vez reconectado el cable el motor volvió a encender. Lo raro del asunto era que mi padre había hecho esa misma prueba y si había chispas en el distribuidor. Creemos que el cable se soltó pero quedo haciendo contacto y se desconectaba con la inercia de frenar, resorteando cuando paraba y volvía a hacer contacto. Una vez superado el bochornoso inconveniente seguimos adelante hacia Tepic. Ya sin más contratiempos (excepto al llegar a Xalisquillo donde desafortunadamente un perrito se nos atravesó justo cuando pasábamos por ahí y lo atropellamos) llegamos en la tarde noche a Tepic, por lo que decidimos ya no avanzar. Buscamos entonces un hotel en el Centro, fuimos a cenar tacos y nos pusimos a descansar.
A la mañana siguiente (domingo) salimos sin contratiempo de Tepic y nos metimos a la autopista a Mazatlán. Pocos kilómetros más adelante un extraño chirrido como de pájaro llamo nuestra atención. Después de unos segundos el chirrido no volvió a escucharse. Después bajamos a Estación Ruiz a cargar gasolina; ahí perdimos algunos minutos pues, además de no conocer, el motor de nuevo no quería prender. Ya que había prendido seguimos nuestro camino.
Ya en Sinaloa, a la altura de Escuinapa, comenzamos a percibir un zumbido anormal. Y por el Rosario se hizo más evidente y notorio. Tuvimos que bajar de nuevo la velocidad a 60 km/h porque temíamos que fuera el diferencial. Tras varias horas llegamos a Villa Unión, donde encontramos un taller abierto (a pesar de ser domingo). Ahí revisaron el aceite del diferencial, estaba normal. El mecánico nos recomendó que buscáramos un taller en Mazatlán. Mientras llegábamos a Mazatlán se escucharon rechinidos semejantes al chirrido de pájaro que ya habíamos oído. Entonces mi padre reconoció el ruido y estaba seguro que serian los baleros de las ruedas.
Llegamos hasta Mazatlán donde en una gasolinera nos recomendaron un taller y refaccionaria que abría en domingo. Al dar con el lugar el mecánico no estaba, pero le llamaron y minutos después llego… todo crudo. Primero reviso el motor porque de nuevo no quería prender. Cambio bujías, platinos y condensador y más o menos mejoro. Una vez que encendió el carro, mi padre llevo al mecánico a dar la vuelta para que oyera e identificara el ruido. Al regresar el mecánico reviso las ruedas traseras y encontró que un balero le faltaba un balín. Lo cambio y como ya se quería ir (andaba crudo) simplemente dijo que ya estaba. Le pagamos y nos fuimos; no avanzamos más de una cuadra cuando estábamos de regreso al taller porque el zumbido persistía. Pero el mecánico dijo que la refaccionaria ya iba a cerrar y que no habría piezas si se requerían.
Desanimados avanzamos a la salida a Culiacán, pero mi padre temía que no llegáramos muy lejos y decidimos regresar a Mazatlán. Para buscar otro mecánico al día siguiente. Llegamos hasta un Autozone donde encontramos los cables adecuados para VW; también nos recomendaron otros 2 talleres más. De ahí nos fuimos a un banco a sacar dinero para buscar un hotel. Pero el carro volvió a no querer prender. Habíamos quedado frente a una Soriana donde buscamos comida. Mientras yo compraba unas tortas mi padre revisaba el motor. Se acerco entonces el cuidador de carros quien le platico a mi padre que él había sido taxista de pulmonías y que sabía que le pasaba al Safari. Es señor nos dijo que estábamos ahogando el motor, y que intentáramos prenderlo sin meter el acelerador para nada y que el carro encendería solo. Y que creen… Funciono! Ya por la tarde encontramos un hotel, pedimos un cuarto y nos instalamos. Por la tarde noche fuimos al centro de Mazatlán, entramos a misa en la Catedral y al salir vimos un espectáculo al aire libre en la plaza central. Después volvimos al hotel. A la mañana (lunes) siguiente fuimos al desayunar frente a la Universidad (cruzando la calle del hotel) unos chocomilk con pastel de queso. Después salimos del hotel y fuimos a buscar los talleres que nos habían recomendado en Autozone. Encontramos uno, pero no nos pudieron atender. Pero nos guiaron hasta el otro taller que estaba en la otra calle. Ahí el mecánico nos atendió, y como el primero, reviso las ruedas y encontró que el balero de la rueda delantera estaba muy gastado. Lo cambio, probaron el carro pero el zumbido persistía. Al revisar atrás encontró 2 cosas: primero, un balero (adicional al que ya había cambiado el primer mecánico) estaba dañado; segundo, el tipo de baleros que traía el Safari no eran los adecuados; traía baleros de balines donde debía traer de rodillos. El mecánico cambio los baleros por los que debían ser y… Eureka! El zumbido desapareció. Ya contentos, corregido el problema, fuimos a comer y terminando seguimos nuestro camino. Seguimos a Culiacán. He de adelantarles que a partir de ese momento no volvimos a experimentar ningún contratiempo por falla mecánica ni de cualquier índole.
Ese día avanzamos un poco más y la noche nos cayó antes de llegar a Los Mochis, donde trasnochamos. Temprano al día siguiente (martes) salimos de Los Mochos, cruzamos a Sonora y la siguiente parada fue Navojoa y de ahí a Cd. Obregón. En Obregón compramos una batería, y es que teníamos desconfianza de nuestra batería ya que al tratar de encender el carro, el motor de arranque se oía sin fuerza. De Obregón fuimos a comer a Guaymas y de Guaymas a Hermosillo donde llegamos a media tarde.
En Hermosillo hicimos una pausa para buscar a mi amigo y colega Ricardo Acosta a quien le llevaba unos carritos en venta; desde luego lo más importante fue conocerlo en persona. Lo encontramos en las oficinas de Farmacias VH en la parte sur de Hermosillo. Ricardo me hizo un regalo que les comparto. El encuentro con Ricardo fue ameno, aunque breve. Desafortunadamente se me fue la onda y no se me ocurrió documentar el encuentro con una fotografía. Pero lo importante fue conocer en persona a un amigo que comparte el gusto de coleccionar carritos. Ya que íbamos con retraso, nos tuvimos que despedir de Ricardo y salimos rumbo a Santa Ana. Con una breve desviación a la colonia 5 de Mayo a las inmediaciones de la Parroquia de Sagrado Corazón de Jesús en López Rayón y Fronteras, a comprar merengues. Mi padre vivió un tiempo ahí en el templo. Al salir de Hermosillo nos topamos con el primer vestigio de nuestro destino final; la señal decía que estábamos a 700 km de Mexicali.
A Santa Ana llegamos prácticamente de noche por lo que buscamos un hotel para dormir. Por la mañana de miércoles, seguimos a Altar por la autopista; de ahí seguimos a Caborca y a Sonoyta. En Sonoyta nos abastecimos de gasolina, mas nuestras energías ya estaban algo bajas y el cansancio nos hacia presas. Lo mitigábamos tomando soda y comiendo churritos. Y el camino nos llevo al fin a San Luis Rio Colorado. Y tras cruzar toda la ciudad y el puente del Rio Colorado, nosotros y el Safari al fin estábamos en Baja California en un trayecto desde el sur de Jalisco; la odisea estaba por terminar.
Por todo el valle pasando las desviaciones a los ejidos, 40 km nos separaban de nuestro destino final. A los 30175.2 km del odómetro siendo las 4:15 pm del miércoles 30 de septiembre llegamos a casa con nuestro Safari. Con la bienvenida de mi madre y hermanas, la Odisea Safari 2009 había terminado. Me llena de orgullo haber concluido una de las metas que me he impuesto, que aunque su fin es algo material, todas las personas involucradas y las experiencias vividas superaron las expectativas. Saliendo todo bien y de la mejor forma.
Quiero dedicar este viaje y agradecer a mi familia: a mi padre por compartir esta aventura conmigo; a mi madre porque a pesar de las adversidades siempre nos apoyo con su bendición. A mis hermanas por el apoyo al quedarse al frente de la casa. A todos mis tíos y tías, primos y primas, sobrinos y amigos de la familia Espinal en Cihuatlán por habernos recibido en su casa y por el apoyo con el Safari. El agradecimiento también va a todas aquellas personas que brindaron su apoyo para este viaje; a todos mis compañeros de trabajo por cubrirme en mi ausencia y a mis superiores por autorizar mis vacaciones. Quiero también honrar la memoria de mi Abuelo Juan y mi Abuela Celia, mencionados en este relato. Finalmente mando un saludo a mi amigo y colega Ricardo Acosta Antúnez a quien conocimos en persona durante esta odisea. Y bueno, con esto termina la Odisea Safari 2009 y principia el Proyecto Safari 76; la restauración a muuuuy largo plazo de este Safari, así que estén pendientes. Los dejo con las estadísticas del viaje. Bitácora del viaje
Total de km recorridos (según Odómetro): 2384 km Tiempo aproximado de recorrido (según bitácora): 2d:5h: 27m Litros de combustible gastados: 162.57 l Rendimiento aproximado: 14.66 km/l Velocidad promedio aproximada: 44.60 km/h Costo total gasolina: $1399.84 MN Costo total Peajes (carretas y puentes): $1504.82 MN Costo hospedajes y alimentación: $1910 MN Reparaciones y refacciones: $1600 MN Total de gastos: $6414.66 MN Presupuesto Asignado: $10000 MN © 2016 JFET/1A0T Studio/CIC |
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